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domingo, 30 de enero de 2011

¿Empleados o chantajistas?

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Nacieron como una respuesta a la explotación de la clase patronal, tenían como misión rescatar y proteger los derechos de los trabajadores, esos eran los sindicatos, pero ahora lamentablemente observamos que los famosos sindicatos del sector público se han convertido en agrupaciones de chantajistas que utilizan la amenaza para exigir todos sus caprichos.

Mi reproche es dirigido al sector público debido a que ser sindicalista en la empresa privada es motivo de despido. Pero volviendo a los honorables sindicalistas del gobierno y sus supuestos y justos reclamos, pregunto si exigir un derecho es motivo para que se le niegue salud a aquel que va al hospital público porque no tiene para ir al privado, negar justicia al que lo necesita o negarle un trato digno al pobre muerto que está aventado en una calle.

Profesores que se niegan a dar clase, empleados del órgano judicial rompiendo la ley, doctores que le niegan la atención al enfermo y medicina legal cerrada, esto es lo que los sindicalistas ofrecen a cambio de sus demandas.

No es pecado querer ganar más, pero es indignante observar cómo los empleados públicos ganan salarios relativamente buenos y aún así siguen exigiendo más aumentos cuando existen salvadoreños que ganan el mínimo e incluso así sobreviven.

Más agravante es el hecho de que, según datos que se han dado a conocer, muchos líderes sindicalistas ganan salarios sumamente buenos y son los primeros en exigir aumentos de los cuales ellos también gozarán.

Ante esto es necesario reflexionar ¿por qué nunca hay huelgas por actos de corrupción, por los famosos acosos sexuales o por lograr mejores insumos para realizar su trabajo; pero siempre existen protestas por escalafón, por bonos o por el tristemente célebre concepto de nivelación salarial que no es otra cosa que más dinero?

Es hora que el gobierno y sus dependencias ya no sigan tolerando el chantaje y que pongan manos fuertes para erradicar este tipo de conductas antiéticas, no hay que olvidar que hoy el trabajo es una bendición y si alguien no está contento con el suyo hay miles de desempleados que gustosamente se ofrecerían a tomar ese trabajo "mal pagado".
UN SIMPLE SALVADOREÑO

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