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martes, 4 de enero de 2011

Redacción para la desinformación

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Luego de las modificaciones al inciso tercero del artículo 191, todos se llenaron la boca para defender el sistema de libertades que podría verse en peligro. Sin embargo, ningún medio o periodista debería de sentirse aludido ante esto, ya que en la carta magna está certificado el derecho al honor de cada individuo en el artículo 6, y los artículos 177, 178 y 179 del Código Penal ya condenan la calumnia, la injuria y la difamación; de más está decir que el buen ejercicio periodístico no necesita recurrir a ninguna de esas prácticas como salvedad.


Ahora bien, a mi parecer la libertad que se ve realmente coartada es la de redacción. Los directores de los medios, al estar al servicio de quienes se pautan y su ideología, dejan de lado, en muchas ocasiones, aquello que salta a la vista por llenar sus principales páginas con notas que no son de mayor relevancia nacional, sobre todo en época de elecciones.


En los periodistas debe persistir el escribir con propiedad, alejándose de la manipulación. ¿Por qué? Porque la ética no necesita escudos, el periodista tiene que interesarse por formarse y documentarse para ejercer su labor con responsabilidad y respeto por las leyes; el fin, en este caso, no justifica los medios.


Lamentablemente lo anterior sigue en el umbral de lo utópico. He escuchado durante mis 4 años en la universidad a mis catedráticos que ejercieron y ejercen la labor de periodistas quejarse de cómo, tras pasar su nota por las manos del editor, esta ha regresado con más de la mitad del texto cambiado aun cuando lo que se exponía era tan evidente e importante para la población, pero que por perjudicar la imagen de uno de los máximos anunciantes del medio o del gran amigo de los dueños debe dejar de decirse y rellenarse con datos vagos.


Y aunque la autocensura para fortalecer el compadrazgo de los dueños de los medios con los empresarios nunca va a parar, vale la pena tomarse el tiempo para leer iniciativas periodísticas que no le temen al qué dirán de la clase política y empresarial que gobierna el país; ni a la extensión de los textos periodísticos que redactan.

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