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sábado, 18 de diciembre de 2010

No vivo en San Salvador

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Estoy seguro que no soy obsesivo compulsivo, esto a pesar que los fines de semana, cuando está toda mi familia en casa, hago limpieza unas cuatro veces. Lo que pasa es que no me gusta el desorden. Me pasa lo mismo con San Salvador, bueno, no soy yo el que tiene que medio hacer la limpieza, y tampoco soy el ensucia y tampoco vivo en el centro histórico. No sé, quizás es porque me gusta el orden y la limpieza sin tener que ser obsesivo compulsivo con ellos, no sé. La verdad es que esta situación del Centro Histórico es toda una paradoja. No se puede poner orden porque están los vendedores ambulantes, estos están ahí porque de las ventas subsisten y no se mueven de ahí porque el Centro Histórico es el corredor de más de un millón de personas al día, y a su vez es un corredor porque la inmensa mayoría de rutas de autobuses pasa, incomprensiblemente, por el Centro, y a su vez estás rutas de autobuses aumentan el desorden que generan los vendedores y los transeúntes… CAÓTICO.

Veamos a los vendedores ambulantes. Yo entiendo que la necesidad, y sus familias y medios de subsistir, y que escasos recursos y todo esos argumentos sin fundamento legal que les gusta blandir a ellos. Yo los entiendo, de veras que sí, pero por favor, muy pobres podemos ser pero hasta la gente pobre tiene dignidad y si con un canasto de cualquier cosa se gana la vida vendiendo en la calle Arce, lo mismo se puede hacer en cualquier otro lugar… en orden y sin tener que invadir las aceras y las calles, aumentando el volumen de basura e incluso cooperando con el vandalismo. Yo entiendo que no es de culpar a todos los vendedores de las cosas malas, pero no podemos negar que son los que generan la mayor parte del desorden en el Centro histórico.
No sé, quizás es que me imagino una ciudad limpia, agradable, llena de lugares con historias que cualquiera desea conocer pero no lo hace por el miedo y el asco que le da el centro Histórico. Y si, yo tampoco estoy de acuerdo con las formas en la que el alcalde está haciendo las cosas… bueno, con algunas formas. Él está obligado a cumplir con sus promesas de campaña y una de ellas fue la de ordenar el centro histórico. Yo no conozco mucho del Centro, pero amo lo poco que conozco. Quizás ese es un problema mío que no me deja ver las cosas mucho más objetivamente.
Eso sí, yo declaro que el Alcalde Norman Quijano y yo podemos estar en las antípodas del pensamiento, como de hecho lo estamos, pero… qué yuca es tener que decir que con eso de ordenar el Centro Histórico se gana mi voto para su próximo periodo como alcalde. Quizás es por eso de no ser obsesivo compulsivo y que simplemente me gusta el orden y la limpieza y la seguridad. Sí me molesta que para obtenerlos hay que sacar a palos a la gente ésta que piensa que para ganarse el sustento tienen que traer sus canastos e invadir las calles y aceras, pero me molesta también que ellos no quieran buscar otros lugares en los cuales vender en orden.
Acá nadie pone de su parte, porque, bueno, a todos nos gusta el orden, eso sin ser obsesivo compulsivos, hasta a esas personas que venden en las calles les gusta mantener limpia su casa, creo. Pero ajá, quitémoslos del centro y que nos den todo la lástima del mundo (a mi no, la verdad) pero ni vos, ni yo ni nadie les va a llegar a decir: “señora, tráigase su canasto de verduras y venda en la acera frente a mi casa”.
Esto es una lucha dura, pero alguien la tiene que comenzar, y yo sé que hay gente que piensa que no importa, pero la verdad es de lo más vergón del mundo decir que el Centro Histórico de tu capital no es un mercado. Por ejemplo Washington, Madrid, Paris, Roma, Berlín, Atenas, Moscú, Tokio, Beijin... ¿cuándo has visto vos que parezcan una pocilga? Si, yo sé que nosotros somos un país tercermundista y que estamos condenados a la extinción y todo eso pero por favor, añoremos una ciudad que sea grandiosa, no perdemos nada con intentar tenerla.

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