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miércoles, 30 de marzo de 2011

23 horas de locura

3 comentarios
La semana pasada se verificó un acontecimiento en El Salvador que ninguno de sus antecedentes logró. Ni Herbert Hoover, en 1928; ni Lyndon B. Johnson, en 1968; ni más recientemente Bill Clinton, en 1999 con Calderón Sol o George W. Bush, en 2002 con Flores: paralizar la capital por 23 horas.

Barack Hussein Obama II, el 44º presidente de Estados Unidos de América pisó tierra salvadoreña y no muchos tienen claro cuáles eran sus objetivos. De más está decir que en Centroamérica somos el patio trasero del gigante vecino norteño, pero si en Chile y Brasil primaban agendas relativas al comercio y otros asuntos bilaterales, se piensa que aquí se trataba de dar un espaldarazo al presidente Funes y reafirmar lazos de cooperación -como prorrogar el TPS-, pues se calcula que hay una población salvadoreña afincada en aquel país cercana a los 2.5 millones.

Gente presente en los actos que presidió Obama hablan de su presencia y su porte. La forma en la que atónitos le prestaban atención y su voz se hacía sentir daba una sensación de tranquilidad, pero eso es harina de otro costal.

El inicio de hostilidades en Libia por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) lideradas por Estados Unidos no agarró a nadie más que a los periodistas con la guardia abajo. Obama sabe qué es estar en situaciones adversas, incluso desde pequeño. En Indonesia, donde vivió su niñez, acudió a un colegio católico, a pesar de ser protestante y estar en un país de mayoría musulmana. Haberse criado en múltiples entornos, con todo tipo de costumbres, idiomas y culturas hubiera llevado a cualquiera a pensar que Obama tratase de implicar a la gente en caminos no guerreristas y en la unión de todos para tener una ganancia común (no precisamente más petróleo para su país). Máxime tratándose de un premio Nobel de la Paz.

Pero hablar de ese tipo de detalles tampoco es mi propósito. Quiero centrarme en el desorden que se generó con esta visita del dignatario y la parafernalia que se dio, como por ejemplo el monumental atasco de vehículos que hubo. Desde horas antes que llegara, San Salvador vivía una intensa agitación. El desenfreno causado por la visita del presidente de Estados Unidos era evidente por doquier: trabajadores limpiando las calles, enormes vallas publicitarias con su fotografía por todos lados, reordenamiento vial, cierre de calles, y un dispositivo policial impresionante.

Cuestiono, ¿valió la pena? Para mí sí y no. Voy a explicar mi ambigua respuesta. Que haya incluído nuestro país en su gira implica ubicarnos en el mapa geopolítico. Que anuncie destinar fondos para que se maneje la seguridad de la región y que refrende su compromiso a apoyar una reforma migratoria también lo es. Pero asimismo hay aspectos negativos, creo que uno de ellos es que tuvimos un espejismo -amén de esconder la basura bajo la alfombra y maquillar los defectos de nuestra capital para hacernos enseñar "lo bonito"-, se respiró tranquilamente en la ciudad y no hubo asesinatos. ¿Debe haber visitas de figuras públicas para tener ese tipo de noticias? Creo que no.

Hago votos porque en un futuro inmediato no sea menester recibir a un alto funcionario para que el contador de fallecidos por causas violentas se quede en cero. Si así debe ser, pues, que se venga esa pléyade de personas que nos permita lograrlo y, ¡bienvenidos al psiquiátrico!

3 Responses so far

  1. MILO says:

    Agreed... Como dice mi vieja "compromiso moral" de darse una paradita en donde sabe que le vamos a cholerear cuando necesite unos cientos de prietos enanos que vayan a pelear en pro de barras y estrellas contra iranies de plutonio en la chistera y con dinero de petroleo suramericano =S

  2. @vago_09 says:

    Debo confesar que antes de pasar a leer esta entrada, revisé otra de un blog Nicaragüense sobre el mismo tema.

    Y es que creo que para analizar una visita de tanta relevancia, es necesario ver la misma desde distintas ópticas. La visita en si, no era específicamente a El Salvador. Obama no vino simbólicamente a vistar "El Salvador". Lo que hizo fue escoger este país, para hacer una visita a la sub-región centroamericana. El hecho de que los 200mdd fueran otorgados a Centroamérica, deja claro lo atrás planteado. La búsqueda de influencia en América Latina es más bien -a mi juicio- el motivo principal de la gira.

    Ahora bien, respecto al contenido del post, pues creo que la falta de muertes en el área metropolitana, el orden apreciado en las calles, así como también la limpieza reluciente del centro de la ciudad, son puros espejismos. El mismo Mario se queja del "monumental atasco de vehículos" lo cual deja en evidencia que esta clase de ciudad es imposible de sobrellevar. Una ciudad militarizada no es lo mas recomendable para el normal desarrollo de la vida de sus ciudadanos. Un ambiente tenso permanentemente, tampoco lo es.

    Ahora la pelota la tiene MFunes, quien -voluntaria o involuntariamente- asumió un importante compromiso con la administración norteamericana. Es el quien podrá decir luego si la historia lo absolverá o lo condenará irremediablemente.

  3. Milo y Atilio, les agradezco se paseen por aquí a leer los disparates que a uno se le ocurren.

    Estamos claros que nada es gratis en este mundo y pues si habrá que retribuir esas concesiones, que se haga de la manera mas adecuada posible.

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