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miércoles, 9 de marzo de 2011

Entre lo irreal y lo aparente

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Las redes sociales sin duda se han convertido en el fenómeno sociológico del siglo y es que del uso adecuado de ellas se desligan casos de éxito tan contrarios como la campaña vía Facebook, MySpace y Youtube (Yes we can) de Obama; y la recién pasada crisis en Egipto que con el envío de mensajes a través de Facebook y las alianzas entre Google y Twitter para que los 140 caracteres se convirtieran en voces lograron la retirada de Mubarak después de intensas semanas de protestas contra el régimen.


Imposible no reconocer el nivel de organización y la colaboración de los medios para mantener al resto del mundo enterado de todo lo que acontecía. Aplausos y un hurra para ellos.


Sin embargo, al trasladar el fenómeno al plano individual, la importancia que muchos le dan como herramienta transgrede los límites de lo racional. Es importante dejar en claro que un post en Facebook o 140 caracteres en Twitter no definen a nadie. Imposible creer que se conoce a alguien por la información que por estos medios se comparte.


Con lo frágiles que son cualquiera puede proyectarse como un gran aventurero sin nunca haber salido de las 4 paredes de su cuarto y todo lo saca de documentales, películas y, con suerte, de libros y enciclopedias.


Importante destacar que, aunque como herramientas facilitan la interacción con personas que tienen intereses afines y no tan afines a los nuestros, las redes sociales NO cambian vidas. Ojo con esto. Son solo una vía de expresión más que nos facilita el poder externar lo que confluye dentro de nuestra cabeza.


Que Facebook ocasionó 28 millones de rupturas según un artículo publicado el 24 de enero pasado – me dirán –; pero si leyeron bien sabrán que las separaciones derivan de la búsqueda de amores del pasado, he ahí el meollo de la situación. El problema no fue la red, es que la persona por más enamorada que dijo estar de su pareja actual seguía pensando en su ex y no descansó hasta reencontrarse con ella a través de este medio. Bien dicen que “donde hubo fuego cenizas quedan”.


McLuhan estaría extasiado al ver que la aldea global que planteó en 1968 se ha vuelto una realidad, lo que nunca vio venir fue la desconexión del mundo real que el auge de esta ocasionaría.


Lo real y lamentable del caso es que además de deformar el lenguaje a través de la economía lingüística para poder extender el mensaje hemos pasado de expresarnos con palabras a hacerlo con íconos ( :), XD, :/, u.u) que por convención social todos hemos adoptado.


No pretendo decirle cómo tiene que manejar sus cuentas y mucho menos sus relaciones. Simplemente haga un análisis, discrimine en lo que decide creer y coseche el arte de la conversación frente a frente, que deja al descubierto y le permite disfrutar de las reacciones de su interlocutor.

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