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martes, 15 de marzo de 2011

Fisuras

2 comentarios
Con el afán de motivar tanto a padres como estudiantes e incrementar la matrícula y disminuir el ausentismo, desde el ejecutivo se han lanzado diversos proyectos, como el refrigerio escolar (extensión del antes llamado Escuela saludable), Vaso de leche (lanzado recientemente), Comunidades solidarias rurales (ex Red solidaria) y la entrega de útiles escolares y uniformes completos (que lastimosamente sigue llegando muy tarde).

Sin embargo, para evitar la repitencia en el sistema público educativo se está utilizando la medida absurda de no poder reprobar a los alumnos, aun cuando estos no hayan desarrollado las competencias necesarias para ser promovidos al siguiente grado. Conozco un caso en el que el niño no podía leer y así había llegado hasta 2° grado.

¿El resultado? Promedios de la Paes bajos y con leves, muy leves, mejorías con los años que pasan.

Al trasladarnos al área urbana, para mí, el meollo de todo es que no existe una cultura de lectura. Recuerdo que los encuestados de Hábitos de lectura (versión 2009) ante los motivos por los cuales leen, el 40% dijo que lo hacía por exigencias académicas. Del 60% restante me deprimía un poco que a las niñas, en particular, lo que les llamaba la atención leer eran cosas tan (a mi parecer) banales, como Crepúsculo y toda su saga.

Y es que no hay excusa que valga, recursos hay para acceder a libros y complementar lo visto en la escuela o instituto, o saciar el eventual gusto por un libro. En el centro de San Salvador está la Biblioteca Nacional que lejos de pasar abarrotada de estudiantes, durante toda la semana que tuve la oportunidad de visitarla, apenas había una de un instituto y dos más de la UES. El resto de visitantes eran personas mayores y algunas de ellas llegaban de paso a leer el periódico mientras les llegaba la hora de cumplir con sus compromisos.

Resultado lógico de no leer: pésima ortografía e incoherencia en la redacción. Aspectos que, según lo que leo hasta en los medios de comunicación, parecen no tener la relevancia que deberían para muchos educadores universitarios.

Comprendo, a la universidad no le corresponde estar dando clases de lo que se supone se debió aprender en el colegio/escuela/instituto, pero tampoco es posible que estudiantes de Idiomas, Profesorados, Periodismo y Comunicaciones (por mencionar algunas) tengan una ortografía deplorable y una redacción que hay que darle vuelta para poder comprender la idea.

Ciertamente leer, tener una buena ortografía y una redacción comprensible no te hace mejor o peor persona, pero es la carta de presentación de cada uno que arroja muestras de congruencia y no te proyecta como un calentador más de los pupitres por los que pasaste 11 años.

2 Responses so far

  1. Por lo general uno lee lo que le interesa, el tema depende de cada quien. Lástima que el interés de muchos se banal.
    Es triste, sin embargo, quien no lee, quien no se informa, quien se queda con lo poco que entre por ojos y oídos. Aunque parezca increíble, un ingeniero que redacte mal un procedimiento es considerado un mal profesional y da pena.
    El sistema actual acomoda, confunde el obligar con el fomentar y permite deficiencias que dan miedo.

  2. Jennifer says:

    Considero también que la falta de lectura hace que las personas no desarrollen la imaginación, creatividad y sobre todo la capacidad de análisis, algo que hace tanta falta en la sociedad salvadoreña.

    Por otro lado, considero que en efecto la ortografía y redacción es una carta de presentación.

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