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lunes, 11 de abril de 2011

¿Patrimonio de quién?

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A mi, digamos nada extenso pero bien aprendido, caminar en la lucha ambiental, he resumido y concluido que no importa qué tan fuerte sea el mensaje que querrás transmitirle al sistema en cuanto a que la destrucción y deforestación están casi imposible de pararse. ¿Por qué?


Pongámonos a pensar un poco... El Salvador: el país con más desechos sólidos de Centroamérica, con más riesgo y con mayor potencial de destruir fauna y flora con una etiqueta de “El país con mayor peligro de extinción”, el país donde existen menos leyes que protejan nuestros patrimonios naturales, donde se ha luchado por años y años para lograr conseguir estas mismas que ahora no son para nada aplicadas y mucho menos cumplidas las Leyes ambientales fantasma.


Sumándose a este lamentable papel que juegan las autoridades y como consecuencia (en parte) de ello puedo mencionar el factor cultural, y es que es lamentable cómo el salvadoreño es casi por naturaleza un depredador y claro, ¿cómo no? No sabemos cuales son las consecuencias de utilizar en exceso desechables, plásticos no biodegrables, el mal uso de agua, causas del cambio climático, factores que contribuyen al calentamimento global, falta de la reutilizacion de recursos ,etc. Culpa absoluta de la falta de educación ambiental desde las viejas y hasta las nuevas generaciones.


Pero el punto y el meollo del asunto es que ningún recurso natural hoy en día le pertenece al pueblo, el lado más oscuro de toda la destrucción ambiental es que lo están haciendo las grandes corporaciones y las más altas esferas de la oligarquía están llevándose a su paso los últimos recursos naturales que nuestro país posee. Centros comerciales, complejos habitacionales (al estilo de vida que no es nuestro) iglesias, posibles campos de golf (para el entretenimiento exclusivo de la oligarquía), hoteles cinco estrellas y, muy posiblemente en el futuro, hasta una pista de aterrizaje.


Esos proyectos de las familias de la oligarquía ocupan ahora el lugar del “último pulmón de San Salvador”: la cordillera del Bálsamo y parque El Espino, además de mencionar el último manto acuífero de toda la ciudad donde ahora está construido uno de esos centros comerciales donde, de hecho, no se puede ni acceder al último piso de estacionamiento, ya que se filtra el agua constantemente; esto y muchísimos más delitos ambientales (que quedarán impunes) me lleva a la concluir que todos nuestros patrimonios naturales no le pertenecen a nadie más que al poder, convirtiendo a los ambientalistas en los enemigos acérrimos de sus capitalistas intenciones.


Es una guerra declaradísima con tantos asesinatos amordecedores a compañeros y compañeras ambientalistas. Muy poco han hecho las autoridades de este gobierno izquierdista en cuanto a la lucha que se perfilaba antes de las elecciones. ¿Decepción? Sí…se esperaban planes más agresivos, se ha pedido en muchísimas ocasiones mayor inclusión, más participación del pueblo que de verdad está consciente del daño que al final el capitalismo está causando. El resultado: poca recepción y acción de parte de las autoridades. Se han tocado miles de puertas para hacer llegar soluciones desde el pueblo y para el pueblo aplicadas a las necesidades de cada municipio, pero poco se ha visto el interés por empezar esta reeducación.


Mientras tanto, el idealismo y la lucha por el medio ambiente es, sigue y será siendo una responsabilidad de todas y de todos comenzando desde casa y terminando afuera; exigiendo que estas Leyes ambientalistas se cumplan en su mayoría. Es una deuda que tenemos con nuestra futura generación. El mundo no se cambia en masa...se cambia de uno en uno
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