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miércoles, 27 de abril de 2011

Ofertas van, anhelos vienen

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Para poder hablar de condiciones laborales, primero debe hablarse del nivel de desempleo, que en El Salvador asciende al 7%. Todos los lunes los periódicos vienen un poco más cargados con la llamada bolsa de trabajo, que además de traer consejos para emprendedores y saber sobrellevar la rutina laboral, trae al menos unas 100 ofertas entre las que navega el desempleado en busca de una buena oportunidad que lo saque de su precariedad económica.

Para el 2008 la tasa de desempleo en jóvenes rondaba el 12% y no me extrañaría que, a 4 años, la cifra se mantenga igual o en ese rango, ya que lo único alcanzable parecen ser los call centers; si de una buena oferta se trata, aunque apliqués a los requisitos de nivel universitario y disponibilidad de tiempo, piden experiencia laboral de 3 a 5 años en puestos casi que gerenciales, que es un poco ilógico de tener a menos que lleve más de los años correspondientes a la carrera o que gracias al cuello familiar logré obtener.

Por otro lado, si se corre con la suerte de ser contratado para algo que a uno realmente le gusta y tiene de una u otra forma relación con lo que está estudiando, suele suceder que después del gustazo viene el trancazo y cuando le ven la disposición, entrega y amor a uno por lo que se hace, se aprovechan y además de pagarle desvariadamente dejan de dar instrucción (incluso si es de cosas que a uno no le corresponden) y a la hora de los peros se lavan en uno las manos. Ya pasé por ahí y estoy segura que no he sido la única. Analice usted su situación...

Además, para minimizar gastos, ahora las empresas están contratando bajo la modalidad freelance, no ISSS, no AFP; ningún compromiso más que el de exigir y, en mi caso, no pagar con la misma puntualidad con que piden el trabajo.

Por último, pero no menos importante, están las condiciones laborales de aquellos trabajos que más que por la paga se hacer por pasión, como el del periodista. Ya por boca de muchos que ejercen esta labor he oído decir que no es algo que se hace por el dinero, sino por la dedicación y entrega que se tiene.

Hablaba uno de estos días con alguien que está pronto a ser contratado en Tecnovisión y mientras tanto realiza labores de reporteo como pasante. Alta exposición a catástrofes, muertes y, lo más atemorizante según comentaba, el reconocimiento en rueda de reos. ¿Qué obtienen a cambio? Salarios bajos y un seguro que nada de especial tiene, pues cubre por igual a la secretaria que al que se arriesga reporteando de madrugada en los lugares más recónditos y peligrosos de nuestro país. No me lo tome a mal, el trabajo de ambos es importante y en este país todos estamos expuestos ante la delicuencia, pero ¿es mucho pedir un poco más de reconocimiento para aquel que, con el fin de mantenernos informados -coloreada o no su nota- sale todos los días tras la información para ganarse el pan y alimentar a su familia?

Indudablemente hay mucha tela que cortar respecto a las condiciones laborales en nuestro país, pero mientras la necesidad mande y los empleadores no se den cuenta de la importancia de la motivación (de todo tipo) a sus subordinados, la rotación de personal y la migración -como efecto inmediato- irán aumentando cada vez más.

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