Pages

sábado, 27 de noviembre de 2010

La racionalización de la discriminación

0 comentarios

Con el auge de los índices de criminalidad a manos de los pandilleros traducido en trágicos y desgarradores homicidios, extorsiones, secuestros e incluso robos a mano armada todos deseamos con grandes ansias la pronta aniquilación de esta plaga que nos mantiene en constante incertidumbre al contestar el teléfono, caminar en la vía pública, abrir un negocio, utilizar el transporte público, entre otras actividades que hasta hace unos cuantos años se realizaban en mediana tranquilidad.


De inmediato culpamos al ejecutivo de turno y exigimos medidas más drásticas y represivas en contra de ellos, nos quejamos de las malas políticas de seguridad, de la ineptitud de las autoridades y un eterno blah blah blah en el que no nos detenemos a pensar que parte de la rebeldía de estas personas también tiene mucho que ver con nosotros, que discriminamos a diario bajo la falsa idea de la gratitud por gozar de algunos privilegios de los que ellos carecen; y mucho más cuando nos alegramos con acontecimientos como el incendio en el Centro de Readaptación de Ilobasco el pasado 10 de noviembre.


Los medios han puesto a nuestra disposición el hacinamiento en la cárceles, la constante lucha entre las dos pandillas que aterrorizan al resto de la población y de las disputas entre estos con las autoridades, y el alto costo que el mantener a los reos le trae al gobierno; datos que alimentan el repudio hacia este sector de la población.


Las fallas principales del sistema penitenciario y del gabinete de seguridad son la falta de autoridad y el desgaste reputacional que la institución tiene. Es increíble cómo dentro del penal de Mariona no han sabido imponerse ante la negativa de los reos de regresar a sus celdas, y que creamos más una amenaza proveniente de las pandillas que en una mano dura en todas sus manifestaciones y la Ley de Proscripción de Pandillas.


"El que a hierro mata a hierro muere", expresó una señora allegada a mi padre ante la noticia del incendio en Ilobasco, y así como ella hay muchos otros que se regocijan con la idea de que tal acontecimiento no fue un simple cortocircuito. La insensibilidad nos ha cegado y tomamos como recompensa temporal el dolor de ellos para subsanar nuestra ansiedad.


Es por ello que temas como el derecho a la garantía de la vida de todo ser humano, sin importar la condición en la que se encuentre, se han convertido en tabúes en la sociedad salvadoreña, embargada por el resentimiento y la indignación ante la limitante de libertad de tránsito que nos hemos autoimpuesto debido a la incertidumbre que su accionar nos provoca.

Leave a Reply

Seguidores