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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Carceles de Miedo

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Siempre  he estado convencido que los siete meses de  prácticas jurídicas que realicé como requisito para mi autorización de abogado, más que un aprendizaje fue una tortura para mí, sin embargo, esos siete meses me dieron  la posibilidad de conocer de primera mano  el sistema judicial tan discutido desde siempre, el proceso que todo presunto delincuente debe pasar  hasta que  se le declare inocente o culpable y el mundo de los “centros penitenciarios” del país.

Es un hecho que el Sistema penitenciario Salvadoreño ha colapsado, no lo digo por el incendio que dejo a 27 internos fallecidos hace diez días,  tampoco por la desobediencia que los reos del Centro Penal  “La Esperanza”  mantenían hasta hace una semana (bonito  nombre ¿No?),  ni por los disturbios que se producen este mismo día en  Santa Ana (Centro Penal de Apanteos). Las Cárceles como coloquialmente  llamamos, no están cumpliendo con su objetivo único y esencial: La Readaptación,  que no es más que la reinserción del condenado/convicto a la sociedad,  es  ilógico pensar que una persona encarcelada en cualquier centro  penitenciario del país, viviendo en hacinamiento,  en condiciones completamente infrahumanas logre una vez cumplida su pena reinsertarse a esta sociedad.
Hace  tres años como practicante visite por primera  y única vez el Centro Penal de Cojutepeque,  donde una de las “Maras” del país tiene su exclusivo e intimidante centro de reclusión  de condenado y procesados,  tres sentimientos se apoderaron  de mí,  primero y  en menor medida la tristeza, Segundo y  en mediana medida  el rencor  y  por último y de mayor predominancia  durante la visita el MIEDO. Ver a tantas personas (sí , lo son)  con el cuerpo lleno de tatuajes alusivos a su pandilla,  con sus miradas desafiantes  y  llenas de odio, viéndonos de pie a cabeza siempre buscando un enemigo, me aterrorizó de tal manera que fui el primero que pidió salir, me di cuenta que esta sociedad no está bien y el problema de las “Maras” está a millones de años de desaparecer,  durante ese momento pensé en  bombas, incendios, películas brasileñas y cosas por el estilo que me avergüenzo de  escribir de manera  directa. Escribo y les cuento  esto  pues estoy completamente seguro que nadie  absolutamente nadie en una cárcel logra reinsertarse a la sociedad,  de una cárcel se sale con más odio y con una “Maestría” en delinquir (estas letras me duele escribirlas pero mi prejuicio es inocultable).

No pido mejores cárceles, tampoco trato humano a los reclusos, no pido bombas, no pido incendios,  es un problema tan crudo y complejo que me llena de Des- Esperanza  (tal como el Penal Mariona), la justicia social es tan  utópica  como para mi es la reinserción y la palabra prevención no existe en este país.

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