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martes, 25 de octubre de 2011

La necesidad del mito

4 comentarios
Estamos a las puertas de conmemorar el multipublicitado bicentenario, y fácilmente hemos sido presas de la mercadotecnia que ha llegado a cualquier forma, agregando únicamente los colores nacionales y adjetivando lo de bicentenario para sentirnos unos patriotas consumistas, que no comunistas, ante las donas bicentenario, pupusas bicentenario, chicles bicentenario, econocombos bicentenario, etc, etc.

Aunque en realidad hay poco por conmemorar, no logro estar completamente en desacuerdo, por razones que luego explicaré.

Todos sabemos que el bicentenario de nuestra independencia está a diez años de ser una fecha de conmemoración exacta, y es, si se quiere, lo poco que valdría la pena festejar. Como en México, por ejemplo, y no con una celebración anodina sacada de la manga con la intención mercadológica de aumentar el caudal político de aquellos quienes la promueven, asumiendo una aparente preocupación por nuestro acervo cultural, que ni ellos mismos se la creen.

Ahora, antes de exponer mis razones para no estar totalmente en contra de la celebración, comillada o no, debo aclarar cosas que no termino de aceptar:
En una amplia pancarta en Antiguo Cuscatlán, con la Alcaldesa de fondo, vi un eslogan que mencionaba algo parecido a ver al pasado para construir el futuro. En ese respecto tengo sentimientos encontrados.

Soy de una generación a la que le hablaron constantemente, a lo largo de toda su educación, sobre la memoria histórica y el famoso "Ni perdón ni olvido" para los culpables y las víctimas de las múltiples masacres y represiones populares de parte de las dictaduras que gobernaron el país por mucho tiempo.

Soy de una generación cuyos mártires yacen olvidados durante el año y son recordados los 24 de marzo, 30 de julio o 16 de noviembre. La memoria histórica se volvió el lema de incontables personas, y no es lo mismo que el revisionismo histórico, y aquellas teorías sobre la sífilis de la que se contagio Colón y un sin número de españoles, debido a los múltiples abusos sexuales que cometieron en las tierras de la "Nueva España". Ahí entra lo que me parece contradictorio.

Las personas que están impulsando la celebración son las mismas que han decidido ignorar los acontecimientos históricos cuyo recuerdo se les hace políticamente incorrecto, y también los mismos que siguen con toda la leyenda alrededor de Matías Delgado, repicando campanas en la Merced o "arengando al pueblo", como salía el mismo Matías Delgado en los viejos biletes de 5 colones.

No importa para nada que de haber resultado exitosas las negociaciones, José Matías Delgado nos habría anexado a Estados Unidos en el tiempo de la independencia, que el mismo fue excomulgado por la iglesia católica, o que José Simeón Cañas -del que hemos aprendido que fue el paladín de la lucha para abolir la esclavitud- tenía su propia cantidad de esclavos, ni toda esa leyenda negra detrás de nuestros pulcros próceres, a quienes no olvidaremos gracias a sus efigies en el bulevar de las piedras, si es que usted logra reconocerlos en dichos "monumentos".

Pero basta, yo dije que no estaba totalmente en desacuerdo. La razón es muy simple.
Vivimos en una época triste, consumista y sin esperanzas. Necesitamos algo en que creer. Necesitamos el mito para creer. Somos un país en el que cada quien vela por sí mismo y le importa un soberano carajo lo que le pase a los demás.

En mi país se te llena la boca de orgullo el día en que alguien gana un campeonato de baristas de café, si la selección de fútbol playa llega a semifinales del mundial, si la selección mayor le gana a México, y al mundial no vamos pero a México le ganamos, etc.

En un país sin líderes ni roles a imitar, sin héroes, y buscando en qué creer, es necesario conocer y reconocer nuestra historia y, quien sabe, quizás aprender más a partir del bicentenario, sobre todo lo que ha pasado, lo que sigue pasando y lo que no debe volver a pasar.

Así que, en fin, Feliz Bicentenario del primer grito de Independencia, creo.
Y eso es nada más mi opinión.

4 Responses so far

  1. A un país que no tiene memoria histórica, que olvida tan fácilmente, donde la apatía es la norma. Es suceptible a creer en cualquier mito que le pongan, y los encargados son los medios; porque también es un país que no tiene hábito de lectura y otros son analfabetas.

    Aparte de la primaria, nunca más volví a cantar el himno nacional y no lo haré mientras no me sienta orgulloso de mi país. Cuando querés hacer un esfuerzo por cambiar esta realidad sos ridiculizado por los mismos a los que deseas ayudar. Por el momento el país solo me da tristeza y penita.

  2. Estoy de acuerdo con la tristeza que genera este momento el país. Gracias por pasar a leer.

  3. KR says:

    Lo que realmente me pregunto es ¿es necesario para el desarrollo "creer en algo"?

    Sisisisisi... me dirán... pero y las religiones, la política y el fútbol... todas nacen de la pasión de creer en algo. Antropológicamente es correcto... pero ¿es necesaria ahora?

    Si es necesaria, pero ¿en qué? La historia vacía no me gusta. Como decís vos... es solo mi opinión.

  4. Porque, a mi juicio, ya no nos basta nada. Ninguna creencia religiosa, deportiva, política o de cualquier índole es insuficiente para darle sentido a la sobrevivencia en la sociedad actual. Estamos rodeados de tanta violencia, falta de solidaridad y consumismo, que ya no es posible creer en nada. No creo que la historia sea vacía, sea la que sea. Lo que sucede es que la historia ha sido contada de la manera que más le conviene al grupo que la cuenta. Sencillo. La historia per se jamás será vacía. Pero es mi opinión.
    Gracias por pasar a opinar. :)

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