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jueves, 20 de octubre de 2011

Solidaridad

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Nunca he sido del tipo de personas religiosas al extremo. En mi niñez asistí a un colegio católico y hasta mi adolescencia fui practicante. Ahora ya no lo soy.

Sin embargo, hay momentos en la vida en los que se puede echar mano de esos resabios que quedan en el subconsciente para manejar situaciones como las que hemos vivido en El Salvador estos últimos días. El amor al prójimo, solidaridad, compasión, indulgencia, en otras palabras humanidad.

No concibo como puede haber gente que carezca de sensibilidad y pueda ver con indiferencia que alguien ha perdido todo lo que tenían, inclusive la vida. Supongo que es parte del proceso de perversidad que abunda en nuestra sociedad hoy en día.

Espero no confundirlo(a) amigo(a) lector(a) Este no es un escrito que tenga por objetivo gritar a los cuatro vientos "Yo soy mejor persona que ustedes" Al contrario. Es para incentivar a que aflore ese espíritu de servicio que llevamos dentro. Con todo y todo soy de los que piensan que hasta en las cosas más insignificantes podemos ayudar a los demás. Aunque sea con una palabra de aliento.

Quiero finalizar mi mensaje compartiendo una cita que es más para mí que para quienes leen estas líneas. Colaboremos en la medida de nuestras posibilidades. Sin buscar compensaciones de ningún tipo. Conformemonos con la satisfacción personal.

Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Mateo 6 : 3-4

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