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martes, 18 de octubre de 2011

¿Qué significa que seamos vulnerables?

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Solo hace falta darse una vuelta por los medios de comunicación y redes sociales para darse cuenta la calamidad a la que El Salvador estuvo expuesto hace unos días. Son alrededor de 21,000 kms cuadrados de vulnerabilidad climática que nuevamente hicieron honor a ese calificativo.

Pero ¿qué es ser vulnerable?

Incluso este concepto puede tener varios significados; podríamos entenderlo como las características de una persona o grupo desde el punto de vista de su capacidad para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza, implicando una combinación de factores que determinan el grado hasta el cual la vida y la subsistencia de alguien queda en riesgo por un evento distinto e identificable de la naturaleza o de la sociedad.

Aunque el concepto pueda parecer simplista o carente de más elementos de evaluación, caben resaltar esas características que conforman la vulnerabilidad o esa capacidad que tiene el individuo o grupos y que hemos resaltado convenientemente en el texto superior.

Veamos si cumplimos el enunciado.

Anticipar: Hasta la fecha el ser humano y la ciencia no han alcanzado aún la capacidad de acertar con exactitud cómo se comportará un evento climatológico, si bien es cierto ahora podemos hacer aproximaciones muy exactas de dichos fenómenos basándonos en observaciones previas. En El Salvador dudo mucho que podamos anticiparnos a eventos como estos, terremotos, deslaves, huracanes, etc. Pareciera que nos toman casi siempre por sorpresa y sin previo aviso. Al menos este enunciado no lo cumplimos.

Sobrevivir: Tema sensible. Existen sobrevivientes, pero también los hay menos afortunados. Con cada desastre natural ocurre una carrera por la vida, por subsistir. Me gustaría saber qué piensan esas familias que cada 2 o 3 años se las tienen que ver un poco difíciles perdiendo familiares cada cierto tiempo de formas como estas. Lastimosamente el saldo de casos fatales asciende a medida avanzan los días en que las catástrofes se prolonguen. Tampoco lo logramos.

Resistir: Quizás aquí nos llevamos la medalla de oro. Si usted hace un recuento de las calamidades acontecidas en la última década se dará cuenta que somos un país que permanece en el mapa aún por razones no muy claras. ¿Será que nos gusta la sensación de adrenalina cada año? o ¿Por qué hasta el momento no hemos tomado cartas en el asunto? Cualquiera diría que el salvadoreño se somete a pruebas de resistencia (nadar un río contracorriente cargado de lodo y a toda velocidad). Un punto para nosotros.

Recuperarse: Hay cosas que jamás volverán a ocupar su lugar previo, las vidas, los ganados, las cosechas, las pertenencias. Algunas naturalmente son más valiosas que otras. En definitiva con cada desastre ocurren pérdidas tanto materiales y económicas que nunca logran recuperarse. Nuevamente perdemos en este asunto.

Entonces si no cumplimos los criterios anteriores, ¿es que somos realmente vulnerables? ¿acaso hay una categoría aún más baja para describir lo que nos sucede?

En realidad sufrimos una vulnerabilidad ambiental que siempre está determinada por la naturaleza del evento climático, la demografía de la zona e invariablemente por el sustrato social y económico de la zona afectada. Es tiempo que tomemos con responsabilidad nuestras acciones, aquello que pueda parecernos una pequeñez respecto al trato al medio ambiente en el futuro puede convertirse en desencadenante de eventos como estos.

Esto no quiere decir que nunca más volveremos a vernos afectados, pero con tantos ejemplos vistos en años anteriores los dirigentes ya deberían entender que nuestro país debería contar con fuertes instituciones encargadas del estudio de estos sucesos, pero sobretodo, una expansión demográfica estudiada, responsable y con conciencia social.

Nuevamente un análisis simplista, cualquiera es libre de opinar.

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