"Igualdad para los iguales"

"Igualdad para los iguales, desigualdad para los desiguales" - ése seria el verdadero discurso de la justicia: y, lo que de ahí se sigue, "no igualar jamás a los desiguales". Nietzsche

Sin embargo, ahora hemos probado estar en una etapa de reivindicación de libertades y derechos, es innegable la necesidad de equiparar derechos. Dado que no soy docto en teoría de género, debo decir lo simple que opino sin arrogarme la verdad, como cada vez que escribo acá. Aunque es cierto que normalmente hemos vivido en una estructura patriarcal de poder, en la cual durante mucho tiempo la mujer tuvo un papel más decorativo que de cualquier otra naturaleza, también es cierto que en este momento, hemos llegado lo suficientemente lejos en nuestro devenir social como para comprender que no hay idea alguna de autoridad y superioridad de un género sobre otro. Es ridículo pensarlo a estas alturas.

Es ridículo también expresar de cualquier manera, ya sea en costumbres e instituciones sociales y culturales, esquemas que muestren una inclinación a favor de un género o del otro. Es en ese punto donde encontramos un pequeño problema.

Aunque se solicite una igualdad real, lo que muchas veces algunos sectores están buscando, es que se les de una protección extra. Anulan su proposición de igualdad, al exigir que se les de un trato preferencial. No voy a ser quien dirá si es justo o no.

La palabra de moda es "pacto".

Y francamente es quizás lo más justo. Un pacto de verdadera igualdad, una vez salvadas las diferencias, todo trato debería ser igual. No se puede seguir procurando una igualdad mentirosa, que únicamente busca una protección extra para un grupo sobre otro.

Las posibilidades de conseguir una coexistencia digna, pacífica y justa son casi nulas. El motivo es simple. Nadie quiere una sociedad en igualdad, ya sea de género, condición social, religión. No se puede vivir en uniformidad. Es lo que nos ha enseñado el manual de vida de la historia. Las sociedades que intentan vivir en igualdad, fallan al sacrificar vidas en aras del desarrollo de esas sociedades justas. Toda sociedad se basa en una relación de subordinación. Puede que en ocasiones esa subordinación e imposición de condiciones sean voluntariamente aceptadas, lo que tampoco las hace, a mi parecer, correctas.

En muchas maneras, el capitalismo ha tenido muchísimo que ver. Para que sea más fácil de comprender, yo creo que la relación de subordinación que se da entre dueños de los medios de producción y la fuerza de trabajo, es la misma que se ha utilizado para abrir esa brecha entre géneros. Ahora, en una especie de revanchismo, algunos sectores "feministas", intentan, no una igualdad, sino un lugar de primacía sobre el género masculino.

Los avances políticos, como la Nueva Política Nacional de la Mujer, el Monitoreo del Cumplimiento de Recomendaciones de Comités Internacionales, Compromisos con las Plataformas de Mujeres y Convenciones para erradicar las formas de violencia contra la mujer, son buenos, aunque insuficientes pasos, para conseguir una verdadera igualdad.

La autodeterminación en libertad es el paso que social y culturalmente se necesita más.

Me preocupa. No porque sea alguien que se sienta amenazado por las mujeres en condiciones de poder, no por sentir que ellas no tienen derecho a la exigida igualdad, sino porque la misma condición de feminismo está siendo utilizada como razón para matar.

No quiero un país en el que el hombre se sienta superior a la mujer.

No quiero un país en el que la mujer se sienta superior al hombre.

Quiero un país en el que todos obtengamos la misma calidad tal como la establece la Constitución, con las mismas oportunidades.

Quiero una utopía.

Al final, no es más que mi opinión.