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miércoles, 4 de mayo de 2011

Nuestra marca es corrupción

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Más allá del nombre, siglas, logo, eslogan, etc. que tanto PDC como PCN puedan adoptar luego del fallo de la sala de lo constitucional, creo que a todos nos queda claro que lo que manda en nuestro sistema político es la corrupción.

¿De qué otra forma se puede explicar, entonces, que con argumentos tan poco convincentes, como el que no podían diluirse como partidos por tener participación edilicia y legislativa y, el más ignorante de los dos, que su desaparición violaba la Constitución en cuanto que esta establecía pluralismo (les vamos a presentar a mamá RAE) se les haya permitido en 2005 seguir funcionando como instituciones políticas con apenas 3 mil de las 50 mil firmas requeridas? Comprobado está que nada es de gratis, menos en política. Algo más tuvo que haber en esa mesa de negociación para que, sin mucha traba, Walter Araujo terminara alegando lo mismo que los partidos amenazados con desaparecer.

Ahora bien, Ciro Cruz Zepeda ha repetido incesantemente, en el medio de comunicación que se le ponga enfrente, que todo esto es un boicot, como que no se hubieran creado ellos mismos ya suficientes crisis (Merino emborrachado y disparando en contra de la policía, el hijo de Parker acusado de intento de violación, etc., etc.) para que vengan a ponerse en plan de víctimas.

Probablemente como no tienen mucho con qué negociar se van dando por vencidos y empiezan a dar los primeros pasos de aceptación, eso sí, con el ego inútilmente inflado al decir que son capaces de reunir la cantidad impuesta de firmas multiplicada por cinco.
Espero sean tan observadores los del TSE con estas como con las presentadas por el Partido Popular.

Ojalá la recolección de firmas lleve por la calle del dolor a los partidos más longevos de El Salvador y sirva de lección al resto de fracciones, para que vayan desempolvando sus rígidos criterios ideológicos y disimulen, por lo menos, el descaro de sus acciones "en nombre" del pueblo que representan.

Por último y en cuanto a los magistrados de la sala de constitucional solo me queda decir que, más que reafirmar su deber con la patria y el cargo que les ha sido otorgado, han hecho valer su profesionalismo y demostrado que son tan buenos en lo que hacen que no necesitan ningún tipo de compadrazgo para asegurar su porvenir económico. Carta que pocos funcionarios públicos podrían poner a su favor ante este tipo de situaciones.

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