Cuando se ven noticias como la de la septuagenaria que agarraron reincidiendo en la venta de droga sin haber terminado su condena previa de trabajo de utilidad pública, uno sabe que algo está mal en nuestro país. Pero eso no es nuevo. Lo que se cuestiona es ¿y donde está la gracia de arriesgarse tanto como para que ir a parar a chirona? En este caso particular la acusan a ella de tener una estructura familiar dedicada al narcomenudeo.
Como casi todo en este desorden de sociedad en la que vivimos, no se sabe dónde empieza un problema y donde termina el otro. No falta el avezado "experto" que se atreve a hacer sus conjeturas y vislumbrar una solución, pero yo hablaría de cáncer para ejemplificarlo. Cuando se dio el rumor que habían "probables" nexos de narcotráfico relacionados en el asesinato de los diputados salvadoreños del PARLACEN en Guatemala, se dejó el camino expedito para especular que la metástasis había llegado al hueso; no es menester comprobarlo, con sembrar la duda fue suficiente.
En 1943 un psicólogo famoso de apellido Maslow elaboró un teorema en el que propugnaba las motivaciones humanas. En su tesis hay una jerarquía. En ella se acostumbra graficar una pirámide de cinco niveles. En los 4 inferiores se agrupan las necesidades del déficit, y en el superior reinan las necesidades del ser. A mí no me crea, pero supuestamente la diferencia entre ellas es que las de arriba las empezamos a satisfacer hasta que las de abajo han sido agotadas. Arriesgándome a que Maslow se retuerza en su tumba me cuestiono, ¿dónde estará drogarse en esa pirámide de necesidades?
¿Quiere saber el final de la historia? ¿Y si pedimos la despenalización del comercio de drogas? Ya lo hicieron Uruguay, Argentina y en Ginebra hasta se fundó una comisión que sugería lo mismo. Veremos qué dice el tiempo.