Ha pasado más de una semana del nombramiento y la toma de posesión de las nuevas autoridades de seguridad pública en el país y los titulares de los principales medios reflejaban la indignación en muchísima gente que ha calificado de retroceso y de catastrófica a la elección del nuevo ministro. Parece que después de la focalización del subsidio al gas propano el nombramiento del nuevo Ministro de Seguridad es la decisión que más ha indignado a los salvadoreños que aún recuerdan con resquemor a los militares y su proceder.
Para comenzar, la indignación popular comenzó por la supuesta inconstitucionalidad en el nombramiento del Sr. Munguía Payés. La inconstitucionalidad simplemente no existe. Ni el espíritu ni la norma escrita en nuestra Constitución han sufrido vulneración alguna. Simplemente la función de dirección de seguridad civil está bajo las ordenes de un civil que antes fue un militar de alta.
Criticar el nombramiento del Ministro Munguía Payés con la ayuda de anacrónicos argumentos es simplemente ignorar que la posibilidad de la reestructuración de las políticas de seguridad del país están muy por encima de las autoridades que los manejan.
Estamos claros que más allá de las preguntas sobre el nombramiento de la persona y lo que se supone representa para aquellos sectores que sienten que los valores democráticos podrían perderse, mucho más allá, hay factores innegables que han coincidido para terminar quemando los cartuchos que le quedan a esta administración en el tema de seguridad.
-Tenemos un cuerpo policial corrupto y sin señales serias de depuración.
- Existe una estructura de seguridad que sigue sin ser apoyada desde el punto de vista fiscal por cualquier administración. Hay demasiado en juego.
- El sistema judicial sigue siendo caldo de cultivo para el prevaricato y el abuso de poder en general.
Si a todo lo anterior le sumamos que las medidas estructurales para la lucha contra la delincuencia son una triste ilusión, y que el trabajo, la inversión social, los modelos de desarrollo sostenible e inclusivo, la solidaridad y union de esfuerzos para la reducción sustancial de la pobreza no se llevarán a cabo debido a la alta carga ideológica que se le sigue imponiendo a las pocas voluntades que puedan existir para solucionar el caos en el que se ha convertido el país. La situación sigue en espiral destructiva infinita.
Quiero creer, aunque sea tonto, que puedo dar mi voto de confianza para estas autoridades. Aunque hayan quemado sus discursos de reducir la delincuencia en 30% con las condiciones exigidas para cumplir la propuesta. Entre ellas está el apoyo de la empresa privada que evidentemente no recibirá.
Quiero creer que el ejercito que apoya a la PNC, así como la misma policía, serán capacitados para su mejorar su desempeño en seguridad civil y respeto de derechos humanos.
Quiero creer que la PNC será depurada en extremo.
Quiero creer que existirá un saneamiento del sistema penitenciario.
Quiero creer que puede existir unión de esfuerzos para la solución estructural del problema
Pero ese soy yo. Quiero creer demasiadas cosas.
Al final no es más que mi opinión.