Es la demografía la encargada de tratar las poblaciones humanas en su dimensión, estructura, evolución y características generales, desde un punto de vista cuantitativo. Al declararme de antemano incompetente e ignorante de su estudio, dejo claro que lo que a continuación leerán tan solo es mi prosaico parecer.
Cuando se trae a colación el tema de la emigración vienen a mí sensaciones encontradas. Estos pensamientos ambivalentes los tengo por dos razones: porque no tengo claro ni cuando comenzó ni que se vaya a terminar pronto. Dudas. Teorías. Eso es lo único que se puede tratar de ventilar.
Creo que lo que originó este fenómeno se irá repitiendo ad infinitum hasta que no exista una política que garantice generación de empleos dignos y que permita cubrir las necesidades básicas de la población. Claro, el gobierno en turno, sabedor de esas carencias, explota a más no poder esa esperanza que algún día se cumpla la premisa pero esos son otros cinco pesos.
En otra entrada mencionaba que este monstruo de siete cabezas llamado delincuencia tiene su caldo de cultivo en la ausencia familiar del hogar y en la desintegración del mismo. Pero tiene tantas aristas este asunto que no se atina por donde atacarle.
Está claro que con la deportación de los delincuentes a finales de los 90's se empezó a gestar el movimiento pandilleril que ha mutado hasta generar noticias abyectas y deleznables como la de la chica violada por 15 tipos.
Si la emigración se da en aras de mejorar económicamente, se les debería de dar una especie de asistencia a quienes aspiran a hacerlo para que vean el futuro que se les viene a mediano plazo cuando no estén los jefes del hogar y sean las abuelas las encargadas de criar a los niños que se beneficiarán de las remesas que enviarán. También sería bueno que visualizaran los peligros de mandar a traer a su prole, pues los secuestros y asesinatos son pan de cada día en territorio mexicano.
Al final no importa si fue primero el huevo o la gallina. Lo que sea que haya sido debe terminarse y pronto.